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Wednesday, September 19, 2012

Urgen la unidad del pueblo y militares antiimperialistas para salvar a la humanidad de las bestias capitalistas


Para ser de izquierda es imprescindible ser antiimperialista


En un comentario a una entrada de su blogSegunda cita Silvio Rodríguez ha dejado estas ideas que me parecen cardinales en la Cuba de hoy y más allá.

La izquierda se identifica (y falta mucho para que eso cambie) por el antiimperialismo. No todo el antiimperialismo pudiera ser de izquierda, pero para ser de izquierda es imprescindible ser antiimperialista. Para mi eso es básico. Y eso no quiere decir antinorteamericano ni anti Estados Unidos. Eso quiere decir en contra de las políticas imperiales hegemónicas de dominación global y regional. Al menos en nuestras circunstancias de cubanos y latinoamericanos considero que es así. Por eso todo el que pretende hablar como izquierda y sólo tiene palabras para criticar y denostar a los que han logrado hacer cosas concretas desde la izquierda, como por ejemplo tomar el poder, para mi o están equivocados o son farsantes.

Esto no quiere decir que dentro de la izquierda no circule el pensamiento. Todo lo contrario. Que ebulla y circule el pensamiento es signo inequívoco de que hay vida, igual que cuando en un organismo biológico circula la sangre.

Los militares portugueses vuelve a advertir que ellos no están para reprimir al pueblo 

¿Cuándo lo defenderá contra los abusos de la burguesía lusitana? Sea como fuere, ya quisiéramos comunicados como este en el Estado español 

COMUNICADO ASOCIACIÓN DE MILITARES PORTUGUESES, 14 September 2012 


“Las Fuerzas Armadas, reiteran su firme convicción de que los militares nunca pueden ser un instrumento de represión para sus conciudadanos, de acuerdo a la Constitución que juraron defender. 

El pueblo está mostrando su descontento contra las medidas que se están implementando, algo que puede verse en las declaraciones de personalidades, múltiples sectores políticos y sociales, de modo que, por este medio, queremos extender, como ya lo hicimos en 2011, nuestra solidaridad con todos los portugueses que están cargando con el peso de terribles sacrificios. 

Hay que tener en cuenta que el pueblo está siendo sometido a medidas injustas y dolorosas, tomadas por aquellos que constitucionalmente deben garantizar el bien común que, con la excusa de que esa es la única manera de remediar la situación, castigan a quienes no tienen responsabilidad ni culpa alguna de la situación. 

Ser ciudadano no significa pertenecer solo a la sociedad portuguesa, también significa participar, mediante algún mecanismo, en su transformación; por tanto, apoyamos cualquier iniciativa que, en el ejercicio del derecho de todos, sirva para poner fin a las prácticas abusivas de unos pocos que, bajo un disfraz supuestamente noble, lo que hacen es: 

-Utilizar el miedo para hacer promesas que no se cumplirán, a sabiendas de que la gente está indefensa. 

- Justificar soluciones absurdas basadas en la repetición constante de que las suyas son las únicas posibles, a pesar de que los hechos demuestran todo lo contrario. 

- Insistir una y otra vez que hay que aceptar sacrificios para conseguir una solución que está a la vuelta de la esquina, para, a renglón seguido, redoblar nuevos sacrificios, sin que lleguen esas soluciones, siendo siempre los mismos quienes pagan las consecuencias, al mismo tiempo que otros, sea en Portugal u otros lugares, acumulan riquezas sin límite a costa de dichos sacrificios. 

En una situación, donde las tensiones sociales son muy graves y están causando protestas y manifestaciones en las que los ciudadanos expresan su indignación, las Fuerzas Armadas reiteran su firme decisión de que nunca aceptarán ser utilizadas para reprimir al pueblo " 

El Presidente 

Manuel Martins Pereira Cracel (Coronel TPAA)


Soldado patriota y digno del mundo, el gran enemigo es el imperialismo, no te dejes enajenar con sus mentiras, abre los ojos ten pensamiento critico y odia al enemigo que reprime y asesina al pueblo en nombre de la “democracia y la libertad”, no tengas piedad con él….

Indígnate al ver estas imágenes, soldados estadounidenses ejecutaron mujeres y niños en Iraq. Nada nuevo bajo el sol, pero necesario recordar para que el odio hacia el enemigo imperialista se incremente en la misma medida que sus crímenes.

Un cable diplomático hecho público por WikiLeaks proporciona evidencia de que en 2006 tropas de Estados Unidos ejecutaron al menos a 10 civiles irakíes, incluyendo a una mujer de 70 años y a un bebé de 5 meses de edad, y después pidieron un ataque aéreo para destruir las pruebas.



Es bueno recordar por que hay tanto odio y sed de venganza entre los arabes
estas images son de Abu Grahib - Irak, donde EE.UU con falsos argumentos
destruyo y cometió un genocidio ( + de 1 millon de muertos y cerca de 800 mil sufren los efectos de las bombas de uranio) contra este valiente pueblo...



Carta de la UJC-Madrid al Movimiento Comunista de España ante la culminación de su proceso de unidad con los Colectivos de Jóvenes Comunistas


“El problema de si al pensamiento humano se le puede atribuir una verdad objetiva, no es un problema teórico, sino un problema práctico. Es en la práctica donde el hombre tiene que demostrar la verdad, es decir, la realidad y el poderío, la terrenalidad de su pensamiento. El litigio sobre la realidad o irrealidad de un pensamiento que se aísla de la práctica, es un problema puramente escolástico.” 
[K. Marx; Tesis sobre Feuerbach]


Las muestras de la decadencia del capitalismo monopolista. 

No han sido pocos aquellos comunistas que en un ejercicio de buena voluntad y convencimiento de la explotación, decadencia y exterminio a la que somete el capitalismo en su fase imperialista a los pueblos y trabajadoras de todo el mundo han reconocido abiertamente la necesidad de la superación de las condiciones actuales de existencia social y humana mediante la instauración de la clase obrera en el poder. El despropósito al que el imperialismo somete a la clase obrera del mundo saqueando riquezas en cualquier punto del globo, explotando a todo aquel que no puede hacer otra que vender su fuerza de trabajo para acceder a los medios para su subsistencia, construyendo un refinado y completo sistema superestructural para extraer infinidad de trabajo gratuito a una población de miles de millones de seres humanos con el objetivo de satisfacer los intereses de un puñado de oligarcas enfrentados entre ellos por apoderarse por un pedazo más del mundo o sobornando a sectores de la clase obrera en aquellos países dónde la oligarquía requiere de sus voceros que legitimen la explotación capitalista, muestran los signos más claros de un modo de producción decadente, con una clase económica y políticamente dominante que agota su papel histórico, es incapaz de desarrollar plenamente las fuerzas productivas y de aportar cualquier tipo de beneficio a la humanidad que no venga acompañado de terribles crisis de sobreproducción en las que se destruyan constantemente fuerzas productivas o que vengan asociadas a la incesante tormenta de las contiendas bélicas imperialistas.

El imperialismo está mostrando en estos tiempos su agonía. La enorme crisis estructural del capitalismo que vivimos en la actualidad es la gran muestra de un modo de producción que ha agotado su papel histórico y que pide a voces que se le sustituya por parte de la clase obrera, la única clase social auténticamente revolucionaria que existe bajo estas relaciones de producción. El Imperialismo pide a gritos ser superado, la oligarquía muestra en todo momento su incapacidad para sostener una producción que ha llegado a un nivel elevado de socialización (mostrando día a día que su papel ya no es necesario debido al desarrollo de las fuerzas productivas) y, a la vez que ve cómo su mundo se derrumba, hace uso de todas las armas que están a su disposición para evitar que su papel histórico se agote, barriendo de la faz de la tierra su dictadura sostenida sobre la obtención de ganancias a costa de la extracción del trabajo ajeno.

Sin embargo, pese a que las condiciones objetivas para construir una sociedad socialista-comunista basada en las relaciones de producción comunistas son una realidad (debido al elevado desarrollo de las fuerzas productivas y la elevada socialización de la producción) y la dictadura de la burguesía muestra sus más que evidentes grietas en un periodo de crisis dónde salen a relucir las principales contradicciones de un modo de producción en decadencia (dónde todo el entramado superestructural estatal e ideológico se pone en jaque demostrando su carácter de dependencia a la oligarquía financiera, la capa más elevada de la burguesía en el periodo del Capitalismo monopolista) la clase de los explotadores no es derrocada, los trabajadores no se alzan en el poder y la producción basada sobre la apropiación individual de los medios de producción no es sustituida por unas relaciones de producción basadas en el trabajo colectivo libre de toda explotación. ¿Caerá la clase de los explotadores por si sola alzando directamente a los trabajadores en el poder?, ¿debemos esperar a que esas contradicciones se resuelvan en favor del incuestionable devenir histórico? El Movimiento Comunista responde con más o menos soltura sobre esta cuestión afirmando, en la teoría, que es necesario el elemento subjetivo y consciente para resolver estas contradicciones en la dirección de la Dictadura del Proletariado. Sin embargo esa asimilación más o menos terminada en la discursiva general no suele aplicarse, por desgracia, en esa misma actividad subjetiva y consciente en favor de crear las premisas para poder resolver esa contradicción en el sentido que beneficia al conjunto de la clase trabajadora...

Es necesario el elemento subjetivo y consciente para construir las premisas de la revolución socialista así como para poder hacerlas efectivas

Aunque se asume que el elemento subjetivo es necesario en muchas ocasiones no se toma demasiado en serio cómo desarrollar la práctica para crear las propias premisas que incidan como procesos externos en el seno de las contradicciones internas del capitalismo resolviendo estas en el establecimiento de la Dictadura del Proletariado y la revolución de la base económica hacia la instauración del comunismo. El Movimiento Comunista repite las consignas sobre la necesidad del partido pero no traza ningún plan efectivo para llevarlas acabo, son incapaces de realizar análisis sobre la realidad material del movimiento comunista en España y se dejan llevar por concepciones idealistas basadas en el amor a unas siglas o el desprecio a todas las demás. Las diferentes contradicciones tanto personales como políticas acaban plasmándose en una actitud observadora y crítica pero nunca participante. Nuestros camaradas creen que el proletariado tiene todo el tiempo del mundo, confundiendo la paciencia reflexiva y mesura analítica que un comunista debe tener con un certificado que avala su inacción y su desentendimiento de la responsabilidad que, como elementos conscientes, tienen en retrasar la consecución de la premisa fundamental para articular una revolución socialista en nuestro país: La reconstitución del Partido de la revolución.

Estos camaradas no han interiorizado cual error de la concepción del mundo burguesa supone creer que “no hacer nada” hace a uno irresponsable del desarrollo de los procesos sobre los que no ha actuado. La realidad material incluye a todos los elementos que interactuan en los diferentes procesos, no obviando a ninguno de ellos del desarrollo de las contradicciones y su resolución en una u otra dirección. Cuando una persona o un grupo de personas decide “mantenerse al margen de un proceso” no están “dejando de actuar sobre el mismo”, sino que incide sobre sus contradicciones internas en una dirección. Su acción consciente de no actuar repercute directamente en la acumulación cuantitativa en otra dirección, fortaleciendo a aquellos que no quieren que la contradicción se resuelva o a aquellos que aspiran a resolverla de otra manera. En el contexto de la lucha de clases no puede ser el ejemplo más claro, todos aquellos que no fortalezcan la ideología socialista e intervengan en la resolución de la contradicción antagónica entre el capital y el trabajo en favor del trabajo favorecen el avance de la ideología burguesa y la postergación de esa contradicción en beneficio de los explotadores. En el caso particular de la reconstitución del partido las condiciones no pueden ser más obvias, todos aquellos que intenten obviar su intervención en el sentido de reconstituir el partido alegando que “no es el momento”, que “no se encuentra preparado” o porque en realidad solamente quiera justificar con mil tretas discursiva su falta de compromiso real con la causa del proletariado (propiciada por la ideología burguesa en forma de liberalismo, traducido en muchas ocasiones en comprender la actividad militante como un hobby y no como una acción real sobre el desarrollo de la lucha de clases) se están situando, de facto, del lado de aquellos que con su acción, siendo conscientes de ellos o por un error analítico, retrasan la creación de la premisa fundamental para poder articular la revolución socialista en nuestro país.

En definitiva, repetir la consigna de que hay que “reconstituir el partido” es insuficiente si esta no va acompañada de una práctica que busque consolidar tal objetivo. Además esta práctica no puede ser ciega, tiene que articularse en torno a un análisis materialista de la realidad, en concreto del Movimiento Comunista teniendo en cuenta el desarrollo teórico de los diferentes destacamentos, las divergencias que hay tanto en la práctica como en su estilo de trabajo, las coincidencias en la estrategia y elementos fundamentales y generales de la táctica y la tendencia del eje de gravedad de los leninistas para saber dónde pueden los destacamentos actuar de manera más efectiva para hacer que la reconstitución sea posible. No basta con querer reconstituir el partido, hay que actuar para hacerlo. No basta con actuar para reconstituir el partido, hay que dotarse de un análisis de la realidad material para que la práctica de la reconstitución no sea ciega, pueda ser efectiva y pueda acelerara la articulación de las premisas de la revolución socialista.

Nuestro análisis demuestra su validez con el desarrollo de la realidad material

Nuestra decisión de iniciar un proceso de unidad con los Colectivos de Jóvenes Comunistas respondía a un análisis desarrollado en nuestro último congreso y explicado públicamente en nuestro comunicado en el que se anunciaba nuestra ruptura con el PCE y la apertura del proceso de unidad con la estructura PCPE-CJC. A día de hoy podemos afirmar que el desarrollo de los diferentes hechos en el seno del Movimiento Comunista nos han demostrado que este análisis y nuestras posteriores conclusiones eran correctas.

En primer lugar el PCE ha continuado demostrando su tendencia a la descomposición orgánica e ideológica en esto periodo. Hechos como la participación de Izquierda Unida en el gobierno de Andalucía apoyando los recortes (en los que elementos vinculados en mayor o menor medida al PCE participaban del reparto institucional y de sus diferentes prebendas), el apoyo abierto a la reformista Syriza debido a sus resultados electorales o la celebración de un acto conjunto con el PSOE para conmemorar a las “13 Rosas” en Madrid evadiendo cualquier perspectiva de la memoria historia en clave clasista y lanzando la consigna de la unidad de la izquierda junto con el PSOE (para frenar a la "derecha") son sólo algunas de las manifestaciones más conocidas de esa tendencia que ya definimos en nuestro comunicado de ruptura como “proceso cometa”. En otras claves su organización juvenil, la UJCE, continúa apuntalando su dirección y tendencia socialreformista (Socialista de palabra pero reformista de hecho) hostigando a los sectores leninistas así como aquellos que no acatan las directrices de una dirección abiertamente socialreformista en su interior, constituyendo la expulsión de las organizaciones en Almería y Zamora la prueba más plausible de que la permanencia de leninistas en el seno de esta organización se vuelve inútil para poder acumular fuerzas para encarar el proceso de reconstitución del Partido de la revolución.

El PCPE ha continuado demostrando la tendencia ya señalada de convertirse en el centro de gravedad de los leninistas en el Estado. A nuestro proceso de unidad se ha sumado el de Unión Proletaria, finalizado en Febrero de este año. Por otro lado en Canarias se ha efectuado también a buen puerto el proceso de unidad del PCPE con el Partido Revolucionario de los Comunistas de Canarias. Estos dos procesos se suman al de la JCA de Asturias y al que ahora finaliza de la UJC-Madrid como cuatro procesos que, en menos de dos años y en diferentes regiones del Estado, tienden a reforzar las filas del PCPE-CJC como estructura en las que sentar las bases para reconstituir el Partido de la Revolución en España. Además la tendencia a la unidad con los destacamentos no queda en estos procesos sino que avanza en otras regiones del Estado como el caso de Euskal Herria, dónde la Gaztek Komunisten Batasuna estrecha lazos con los camaradas del PCPE y la GKK desarrollando una actividad teórico-práctica unitaria cada vez más extensa o el caso de Galicia, dónde el colectivo “Forxa!” ya trabaja en desarrollar la propuesta de los CUO en lo relativo al trabajo en el Movimiento Obrero, lo cual demuestra un acercamiento entre ambos destacamentos en lo teórico y lo práctico. Es pronto aún para poder confirmar cómo se resolverán estos dos casos, sin embargo el desarrollo en este tiempo del acercamiento de los destacamentos dispersos en diferentes realidades al PCPE-CJC confirman nuestro análisis en el que confirmábamos que el eje de gravedad de los leninistas se desplazaba hacia este proyecto.

La tendencia va transformando las bases para que la unidad de los leninistas se articule alrededor del PCPE-CJC, apostar por reforzar su proyecto acelera las condiciones para poder establecer los fundamentos de una estructura que permita hacer efectiva la fusión entre la teoría del Socialismo Científico y el movimiento obrero, enarbolándose como su Estado mayor y trazando estrechas relaciones con las masas trabajadoras, dotándoles de herramientas para organizar sus luchas y elevarlas al plano político, pudiendo ser así dirigidas para golpear todas juntos en la misma dirección, sentar las bases del poder obrero y popular logrando derrocar finalmente la dictadura de la burguesía y alzando finalmente a la clase obrera como clase políticamente dominante.

Una llamada a la responsabilidad por parte de los militantes comunistas

En esta carta final al movimiento comunista no podía quedar sin recoger un llamamiento a la responsabilidad a todos los leninistas del Estado, se encuentren en un destacamento o se encuentren aun independientes a la formación del mismo por las diferentes circunstancias. La militancia comunista no es un juego ni un hobby, no puede consistir en una consecución de actividades sin ningún entrelazamiento entre ellas y sin estar dirigidas hacia un objetivo claro. Tampoco podemos permitir que el desarrollo de las diferentes influencias ideológicas burguesas influyan mediante actitudes liberales o individualista en el desarrollo de los objetivos más inmediatos del movimiento comunista. Debemos combatir contra la historia reciente de un movimiento comunista articulado alrededor de proyectos personales de vida orientados a satisfacer los egos y aspiraciones de determinadas personalidades, un movimiento comunista caracterizado por la realidad de los destacamentos dispersos consecuencia de la desarticulación consciente por parte de la burguesía en nuestro país y la influencia del desmembramiento del movimiento comunista internacional, un movimiento comunista que ha plasmado su desmembramiento en el actual sectarismo de siglas, última manifestación de la ley particular de España en lo relativo a la dispersión de los destacamentos en el seno del Movimiento Comunista.

Los objetivos inmediatos de las y los comunistas se enrocan alrededor de la reconstitución del Partido de la revolución, premisa indispensable para poder articular el proyecto revolucionario que nos permita lanzarnos a la lucha por el derrocamiento de la dictadura de la burguesía. La unidad de las y los comunistas debe girar alrededor de una unidad en la asimilación de las premisas del Socialismo Científico y la concordancia en la Estrategia, definiendo la etapa de la revolución en la que nos encontramos. Debemos ser capaces de entender que las cuestiones tácticas variarán en función de la realidad de la lucha de masas en cada periodo concreto y se supeditarán en todo momento al cumplimiento efectivo de la estrategia. No podemos obstaculizar la unidad de los destacamentos por discrepancias en la táctica pues, debido a lo coyuntural de las mismas, sería someter todo el proceso de unidad de los comunistas a errores de análisis concretos que no de principios generales.

Entendiendo dónde se centran los debates fundamentales es de suma importancia remarcar que la forma para enfocarlos no tiene menor importancia. Los debates no pueden ser planteados de manera anárquica e individual por cualquier medio o bajo cualquier circunstancia, los diferentes debates teóricos entre destacamentos deben ser organizados por sus respectivas direcciones y formalizadas en un formato que permita, de manera efectiva, un intercambio que posibilite conocer ambas posiciones y alcanzar una síntesis real. Si los medios para organizar el debate fallan no podrá garantizarse el elemento democrático ni asegurarse la honestidad de los mismos, se caerá en prácticas anárquicas que terminarán desembocando en enfrentamientos entre los destacamentos e incluso entre los militantes individuales, no se posibilitará la correcta presentación de las posiciones y rápidamente las prácticas de la demagogia sustituirán al método dialéctico. Lo más importante es resaltar que no se debate por puro gusto intelectual de realizar tal actuación, sino que la organización de estos debates responde al objetivo concreto de reconstituir el Partido, por eso mismo los destacamentos deben ser responsable para centrar los debates sobre las cuestiones fundamentales en torno a lo comentado en el anterior párrafo y ser capaz de postergar debates de índoles secundaria para otros momentos y por otros cauces, en muchos casos cuando la unidad ya esté formalizada. Ni puede debatirse absolutamente todo ni nos sobra el tiempo para postergar la unidad de las y los comunistas eternamente. Esto no quiere decir, sin embargo, que muchos de estos debates no sean necesarios par el correcto desarrollo del Movimiento Comunista y que no deban llevarse acabo, sin embargo hay que saber discernir qué debates son en torno a cuestiones que pueden delimitar la pertenencia a una misma estructura partidaria y cuales no.

En otro orden de cosas es importante extender esta llamada a la responsabilidad en lo referente a la crítica. De poco o nada valen críticas desarrolladas por cauces que no permitan el avance de los destacamentos y sus miembros así como de nada servirán críticas no basadas en un análisis científico y fundadas sobre las leyes del materialismo dialéctico. Las y los comunistas debemos ser tanto cuidadosos como vigilantes en este apartado, entendiendo que amparados en la crítica muchos autodenominados “comunistas” aprovecharán para atacar a tal o cual sigla, resolver tal o cual problema personal o revivir heridas del pasado fundadas en la desfragmentación histórica de los movimientos comunistas español e internacional. Debemos ser capaces de organizar en nuestros destacamentos la crítica hacia los otros permitiéndonos superarnos y avanzar hacia la unidad, así como sentar las bases para que la crítica pueda ser recibida y recogida correctamente por cauces que no generen tensiones y desconfianzas entre los destacamentos. Si la crítica no sirve para superar contradicciones y acercar a los camaradas hacia la línea correcta no servirá de nada, sin embargo tampoco debemos rebajar el contenido de la misma para intentar forzar la unidad. Sólo el debate sincero genera una unidad real, sólo la unidad real puede permitir que la dispersión se convierta en el germen del tan necesario Partido.

En otro orden de cosas hacemos un llamamiento al conjunto de destacamentos a que desarrollen la lucha de masas y que puedan, mediante la práctica política, encontrar similitudes y contradicciones con el resto de destacamentos. Mediante el desarrollo de la actividad práctica se crea la base material para poder generar debates sobre cuestiones teóricas. Es en la propia práctica dónde todos esos debates sobre la teoría cogen forma y tienen sentido, dónde se vuelven “útiles” para los militantes en su día a día y dónde se recogen aportaciones fundamentales para poder resolver estas cuestiones en los diferentes destacamentos en una u otra dirección. Es el vínculo con las masas una premisa fundamental para poder reconstituir el partido y es en el establecimiento de este vínculo dónde los diferentes destacamentos pueden encontrar muchos nexos para avanzar hacia la unidad.

La unidad de los destacamentos para avanzar hacia el partido de la revolución se hace mediante la actuación consciente de los mismos. Esto dota de un alto grado de responsabilidad de la resolución de las diferentes contradicciones que mantienen la dispersión del MCE a cada uno de los destacamentos. No vale de nada que cada uno de ellos se siente a esperar la tan “ansiada unidad”, tiene que surgir de su propia acción consciente la misma. Sólo con esa acción consciente se avanzará hacia la unidad y se articularán las formas adecuadas y necesarias para que la misma llegue a buen puerto allá dónde sea posible.

La unidad comunista en Madrid: Hacia la organización de nuevo tipo y contra los engaños del reformismo a las masas.

Este proceso de unidad concluye con un destacamento fortalecido que tendrá que jugar un papel fundamental en una región como Madrid que por su condición de capital y la realidad de su base económica juega un papel de elevada importancia para la oligarquía. No son pocos los retos que enfrenta la nueva estructura de PCPE-CJC, fortalecida por la unidad de Unión Proletaria hace unos meses y la de UJC-Madrid en estos días. 

El nuevo destacamento tendrá que enfrentar la lucha de masas en el marco del desarrollo de una crisis estructural del capitalismo. Las exigencias del momento histórico no se plantean como menores y las conclusiones que se saquen de la experiencia práctica de estas luchas podrían sentar las bases de la reconstitución del partido y de la creación de las premisas para articular la revolución socialista en nuestro país. Aunque el camino hacia la toma del poder aun parece largo y angosto cualquier enseñanza, cualquier práctica, cualquier experiencia y cualquier avance que realicemos en este periodo de flujo repercutirá en el desarrollo de las condiciones subjetivas y de la creación de las premisas de la revolución. No debemos despreciar la práctica cotidiana y desligarla del proyecto de construcción socialista porque parezca “muy alejado en el tiempo”, sin caer en el inmediatismo debemos ser capaces de entender que cada pequeño avance, cada aprendizaje y cada pequeño matiz pueden marcar el devenir de la revolución en España durante muchísimos años.

Por otro lado es sumamente importante entender que la lucha contra el reformismo coge más importancia que nunca. La actuación del reformismo, que se ha abierto paso entre las masas con relativa facilidad debido a la debilidad del movimiento comunista, amenaza con continuar su particular función de amortiguamiento de la lucha de clases, intentando postergar la espontaneidad de las masas plegándose a ella y no trabajando por transformar esa espontaneidad en organización consciente. El reformismo intoxica a las masas con consignas que prometen soluciones dentro del marco del capitalismo, las cuales inciden directamente como obstáculos en el nivel de conciencia, obstruyendo la cimentación de órganos de poder obrero y popular. Además permitir la hegemonía al reformismo sobre el movimiento de masas supone amortiguar y anular la práctica política que pueda desarrollarse en el actual contexto de crisis estructural del capitalismo y que sirva de aprendizaje político para las mismas. Dejar que el reformismo dirija la lucha de masas y no combatir su presencia hasta anularlo supone condenar a las masas del estado español a otro periodo convulso de derrotas, reformas y traiciones que dañe la confianza de las mismas en las posibilidad de una transformación revolucionaria o, lo que es lo mismo, que retrase más tiempo la creación de las condiciones subjetivas para desarrollar la revolución socialista.

Las y los comunistas debemos combatir al reformismo por su condición de agentes de la oligarquía (sean los individuos conscientes o inconscientes) en el seno del movimiento obrero y popular, ya que con sus prácticas contribuyen en postergar la presencia de la ideología burguesa en su seno. La lucha de masas debe servirnos para organizar a las mismas permitiéndoles, poco a poco, construir sus propios centros de poder obrero y popular, elevando su consciencia y haciendo que sus reivindicaciones económicas espontáneas se eleven al plano de la acción política organizada por la superación de la contradicción capital-trabajo mediante la instauración de la dictadura del proletariado. En esta gran lucha en el seno del movimiento de masas no sólo podremos vincularnos con el movimiento obrero para transmitirle los elementos fundamentales del Socialismo Científico en lo teórico y lo práctico sino que, además, podrá servirnos de una intensiva escuela de la que extraer conclusiones teóricas y prácticas sobre las leyes generales de la revolución y las leyes particulares de cada lucha concreta.

La mismas consecuencias conlleva el oportunismo izquierdista, aunque se presenta con diferentes apariencias. La inmediatez de la ideología pequeñoburguesa presente en el movimiento comunista lleva al aventurerismo, a saltarse los procesos de desarrollo de las condiciones subjetivas de la clase obrera ante una negativa de la misma por el atraso de su nivel de consciencia, elevando a verdad absoluta la unilateralidad de la táctica única posible en todo momento del desarrollo del proceso revolucionario. De la misma forma actúa la posición de desprecio hacia la labor de práctica en el seno de las masas, despreciando los espacios de lucha de las mismas y acudiendo como algo ajeno y con un lenguaje ininteligible para ellas, recurriendo al simplismo, la sencillez y al dogma. Todo ello hace un flaco favor y poco aporta para la labor revolucionaria, aún más, todo lo contrario. Tiene las mismas consecuencias que el reformismo al romper la posibilidad de vinculación con las masas obreras, impidiendo la fusión del Socialismo Científico con el Movimiento Obrero, dejando huérfanas a las masas obrera de su vanguardia. Por tanto, igualmente, los comunistas debemos combatir el izquierdismo que, conscientemente o inconscientemente, igualmente actúan como agentes de la oligarquía y postergan el desarrollo del movimiento revolucionario de las masas obreras.

Desde la UJC-Madrid concluimos esta carta remarcando el acierto que ha supuesto el proceso de unidad abierto con los CJC y que ahora termina. Ello lo demuestra tanto lo correcto del análisis que realizamos como la potencialidad del destacamento que ahora en Madrid se convierte en una realidad. Nos sentimos orgullosos de nuestro recorrido histórico como nos sentimos orgullosos de la superación que supondrá esta unidad para el movimiento comunista y el proceso de reconstitución del partido. Lejos de plantear esta carta como una despedida nos gustaría situar la misma como ese nexo que une lo viejo que se va y lo nuevo que viene, ese hecho connatural a la dialéctica de cómo lo viejo engendra de sus entrañas los nuevo y esto es cualitativamente superior a lo anterior.

Muchos dirán que la UJC-Madrid desaparece pero eso no será cierto. La práctica en la lucha de masas, los análisis teóricos, su aportación al movimiento comunista, en definitiva, todo avance que se ha realizado hasta el momento no desaparece, sino que se manifestará ahora en unas condiciones diferentes, cualitativamente superiores, que aspiran a deshechar lo viejo e incapaz para dar vida a lo nuevo y necesario.

¡Viva la lucha de la clase obrera!
¡Viva la unidad de los marxistas leninistas!
¡Viva el PCPE!
¡La bandera de la unidad es la bandera de la victoria!

Dirección de la Unión de Jóvenes comunistas de Madrid.

¿Qué es el movimiento nacional?

consecuencias de la destrucción de una nación, el entierro de su futuro
por la maldad del capitalismo que debe ser destruido 
Reproducimos aquí un extracto del libro de Stalin “El marxismo y la cuestión nacional”, relativo a la cuestión de cómo debe enfrentar el proletariado el movimiento nacional. Para ello, dejamos antes la definición marxista de nación:

“Nación es una comunidad humana estable, históricamente formada y surgida sobre la base de la comunidad de idioma, de territorio, de vida económica y de psicología, manifestada ésta en la comunidad de cultura.”

2. El movimiento nacional

La nación no es simplemente una categoría histórica, sino una categoría histórica de una determinada época, de la época del capitalismo ascensional. El proceso de liquidación del feudalismo y de desarrollo del capitalismo es, al mismo tiempo, el proceso en que los hombres se constituyen en naciones. Así sucede, por ejemplo, en la Europa Occidental. Los ingleses, los franceses, los alemanes, los italianos, etc. se constituyeron en naciones bajo la marcha triunfal del capitalismo victorioso sobre el fraccionamiento feudal.

Pero allí, la formación de naciones significaba, al mismo tiempo, su transformación en Estados nacionales independientes. Las naciones inglesa, francesa, etc. son, al mismo tiempo, los Estados inglés, etc. El caso de Irlanda, que queda al margen de este proceso, no cambia el cuadro general.

En la Europa Oriental, las cosas ocurren de un modo algo distinto. Mientras que en el Oeste las naciones se desarrollan en Estados, en el Este se forman Estados multinacionales, Estados integrados por varias nacionalidades. Tal es el caso de Austria-Hungría y de Rusia. En Austria, los más desarrollados en el sentido político resultaron ser los alemanes, y ellos asumieron la tarea de unificar las nacionalidades austriacas en un Estado. En Hungría, los más aptos para la organización estatal resultaron ser los magiares -el núcleo de las nacionalidades húngaras-, y ellos fueron los unificadores de Hungría. En Rusia, asumieron el papel de unificadores de las nacionalidades los grandes rusos, a cuyo frente estaba una potente y organizada burocracia militar aristocrática formada en el transcurso de la historia.

Así ocurrieron las cosas en el Este.

Este modo peculiar de formación de Estados sólo podía tener lugar en las condiciones de un feudalismo todavía sin liquidar, en las condiciones de un capitalismo débilmente desarrollado, en que las nacionalidades relegadas a segundo plano no habían conseguido aún consolidarse económicamente como naciones integrales.

Pero el capitalismo comienza a desarrollarse también en los Estados del Este. Se desarrollan el comercio y las vías de comunicación. Surgen grandes ciudades. Las naciones se consolidan económicamente. Irrumpiendo en la vida apacible de las nacionalidades postergadas, el capitalismo las hace agitarse y las pone en movimiento. El desarrollo de la prensa y el teatro, la actuación del Reichsrat (en Austria) y de la Duma (en Rusia) contribuyen a reforzar los “sentimientos nacionales”. Los intelectuales que surgen en las nacionalidades postergadas se penetran de la “idea nacional” y actúan en la misma dirección1/4

Pero las naciones postergadas que despiertan a una vida propia, ya no se constituyen en Estados nacionales independientes: tropiezan con la poderosísima resistencia que les oponen las capas dirigentes de las naciones dominantes, las cuales se hallan desde hace largo tiempo a la cabeza del Estado. ¡Han llegado tarde!…

Así se constituyeron como nación los checos, los polacos, etc. en Austria; los croatas, etc. en Hungría; los letones, los lituanos, los ucranianos, los georgianos, los armenios, etc. en Rusia. Lo que en la Europa Occidental era una excepción (Irlanda) se convierte en regla en el Este.

En el Oeste, Irlanda contestó a su situación excepcional con un movimiento nacional. En el Este, las naciones que habían despertado tenían que hacer lo mismo.

Así fueron creándose las circunstancias que empujaron a la lucha a las naciones jóvenes de la Europa Oriental.

La lucha comenzó y se extendió, en rigor, no entre las naciones en su conjunto, sino entre las clases dominantes de las naciones dominadoras y de las naciones postergadas. La lucha la libran, generalmente, la pequeña burguesía urbana de la nación oprimida contra la gran burguesía de la nación dominadora (los checos y los alemanes), o bien la burguesía rural de la nación oprimida contra los terratenientes de la nación dominante (los ucranianos en Polonia), o bien toda la burguesía “nacional” de las naciones oprimidas contra la aristocracia gobernante de la nación dominadora (Polonia, Lituania y Ucrania, en Rusia).

La burguesía es el principal personaje en acción.

El problema fundamental para la joven burguesía es el mercado. Dar salida a sus mercancías y salir vencedora en su competencia con la burguesía de otra nacionalidad: he ahí su objetivo. De aquí su deseo de asegurarse “su” mercado, un mercado “propio”. El mercado es la primera escuela en que la burguesía aprende el nacionalismo.

Pero, generalmente, la cosa no se limita al mercado. En la lucha se mezcla la burocracia semifeudal-semiburguesa de la nación dominante con sus métodos de “agarrar y no soltar”. La burguesía de la nación dominadora -lo mismo da que se trate de la gran burguesía o de la pequeña- obtiene la posibilidad de deshacerse “más rápida” y “más resueltamente” de su competidor. Las “fuerzas” se unifican, y se empieza a adoptar toda una serie de medidas restrictivas contra la burguesía “alógena”, medidas que se convierten en represiones. La lucha pasa de la esfera económica a la esfera política. Limitación de la libertad de movimiento, trabas al idioma, restricción de los derechos electorales, reducción de escuelas, trabas a la religión, etc., etc. llueven sobre la cabeza del “competidor”. Naturalmente, estas medidas no sirven sólo a los intereses de las clases burguesas de la nación dominadora, sino también a los objetivos específicos de casta, por decirlo así, de la burocracia gobernante. Pero, desde el punto de vista de los resultados, esto es absolutamente igual: las clases burguesas y la burocracia se dan la mano en este caso, ya se trate de Austria-Hungría o de Rusia.

La burguesía de la nación oprimida, que se ve acosada por todas partes, se pone, naturalmente, en movimiento. Apela a “los de abajo de su país” y comienza a clamar acerca de la “patria”, haciendo pasar su propia causa por la causa de todo el pueblo. Recluta para sí un ejército entre sus “compatriotas” en interés… de la “patria”. “Los de abajo” no siempre permanecen sordos a sus llamadas, y se agrupan en torno a su bandera: la represión de arriba les afecta también a ellos, provocando su descontento.

Así comienza el movimiento nacional.

La fuerza del movimiento nacional está determinada por el grado en que participan en él las extensas capas de la nación, el proletariado y los campesinos.

Que el proletariado se coloque bajo la bandera del nacionalismo burgués, depende del grado de desarrollo de las contradicciones de clase, de la conciencia y de la organización del proletariado. El proletariado consciente tiene su propia bandera, ya probada, y no necesita marchar bajo la bandera de la burguesía.

En cuanto a los campesinos, su participación en el movimiento nacional depende, ante todo, del carácter de la represión. Si la represión afecta a los intereses de la “tierra”, como ocurría en Irlanda, las grandes masas campesinas se colocan inmediatamente bajo la bandera del movimiento nacional.

Por otra parte, si en Georgia, por ejemplo, no existe un nacionalismo anti-ruso más o menos serio, es, sobre todo, porque allí no hay terratenientes rusos ni una gran burguesía rusa que pudieran dar pábulo a este nacionalismo en las masas. En Georgia hay un nacionalismo anti-armenio, pero es porque allí existe además una gran burguesía armenia que, al batir a la pequeña burguesía georgiana, aun débil, empuja a ésta al nacionalismo anti-armenio.

Con sujeción a estos factores, el movimiento nacional o asume un carácter de masas, creciendo más y más (Irlanda Galitzia), o se convierte en una serie de pequeñas colisiones que degeneran en escándalos y en una “lucha” por cuestiones de rótulos (como en algunos pueblos de Bohemia).

El contenido del movimiento nacional no puede, naturalmente, ser el mismo en todas partes: está determinado íntegramente por las distintas reivindicaciones que presenta el movimiento. En Irlanda, este movimiento tiene un carácter agrario; en Bohemia, gira en torno al “idioma”; en unos sitios, reclama igualdad de derechos civiles y libertad de cultos; en otros, “sus propios” funcionarios o su propia Dieta. En las diversas reivindicaciones se traslucen, frecuentemente, los diversos rasgos que caracterizan a una nación en general (el idioma, el territorio, etc.). Merece notarse que no se encuentra en parte alguna la reivindicación de ese “carácter nacional” de Bauer, que lo abarca todo. Y es lógico: por sí solo, el “carácter nacional” es inaprehensible, y, como observa acertadamente J. Strasser, “con él no hay nada que hacer en la política”.

Tales son, a grandes rasgos, las formas y el carácter del movimiento nacional

Por lo expuesto se ve claramente que, bajo el capitalismo ascensional, la lucha nacional es una lucha entre las clases burguesas. A veces, la burguesía consigue arrastrar al proletariado al movimiento nacional, y entonces exteriormente parece que en la lucha nacional participa “todo el pueblo”, pero eso sólo exteriormente. En su esencia, esta lucha sigue siendo siempre una lucha burguesa, conveniente y grata principalmente para la burguesía.

Pero de aquí no se desprende, ni mucho menos, que el proletariado no deba luchar contra la política de opresión de las nacionalidades.

La restricción de la libertad de movimiento, la privación de derechos electorales, las trabas al idioma, la reducción de las escuelas y otras medidas represivas afectan a los obreros en grado no menor, si no es mayor, que a la burguesía. Esta situación no puede por menos de frenar el libre desarrollo de las fuerzas espirituales del proletariado de las naciones sometidas. No se puede hablar seriamente del pleno desarrollo de las facultades espirituales del obrero tártaro o judío, cuando no se le permite servirse de su lengua materna en las asambleas o en las conferencias y cuando se le cierran las escuelas.

La política de represión nacionalista es también peligrosa en otro aspecto para la causa del proletariado. Esta política desvía la atención de extensas capas del mismo de las cuestiones sociales, de las cuestiones de la lucha de clases hacia las cuestiones nacionales, hacia las cuestiones “comunes” al proletariado y a la burguesía. Y esto crea un terreno favorable para las prédicas mentirosas sobre la “armonía de intereses”, para velar los intereses de clase del proletariado, para esclavizar moralmente a los obreros. De este modo, se levanta una seria barrera ante la unificación de los obreros de todas las nacionalidades. Si hasta hoy una parte considerable de los obreros polacos permanece bajo la esclavitud moral de los nacionalistas burgueses, si hasta hoy se mantiene al margen del movimiento obrero internacional, es, principalmente, porque la secular política anti-polaca de los “investidos de Poder” crea un terreno favorable para esta esclavitud y entorpece la liberación de los obreros de la misma.

Pero la política de represión no se detiene aquí. Del “sistema” de opresión pasa no pocas veces al “sistema” de azuzamiento de unas naciones contra otras, al “sistema” de matanzas y pogromos. Naturalmente, este último sistema no es posible siempre ni en todas partes, pero allí donde es posible -cuando no se cuenta con las libertades elementales- toma no pocas veces proporciones terribles, amenazando con ahogar en sangre y en lágrimas la unión de los obreros. El Cáucaso y el Sur de Rusia nos dan no pocos ejemplos de esto. “Divide e impera”: he ahí el objetivo de la política de azuzamiento. Y en cuanto esta política tiene éxito, representa un mal tremendo para el proletariado, un obstáculo formidable que se levanta ante la unión de los obreros de todas las nacionalidades que integran el Estado.

Pero los obreros están interesados en la fusión completa de todos sus camaradas en un ejército internacional único, en su rápida y definitiva liberación de la esclavitud moral a que la burguesía los somete, en el pleno y libre desarrollo de las fuerzas espirituales de sus hermanos, cualquiera que sea la nación a que pertenezcan.

Por eso, los obreros luchan y lucharán contra todas las formas de la política de opresión de las naciones, desde las más sutiles hasta las más burdas, al igual que contra todas las formas de la política de azuzamiento de unas naciones contra otras.

Por eso, la socialdemocracia de todos los países proclama el derecho de las naciones a la autodeterminación.

El derecho de autodeterminación significa que sólo la propia nación tiene derecho a determinar sus destinos, que nadie tiene derecho a inmiscuirse por la fuerza en la vida de una nación, a destruir sus escuelas y demás instituciones, a atentar contra sus hábitos y costumbres, a poner trabas a su idioma, a restringir sus derechos.

Esto no quiere decir, naturalmente, que la socialdemocracia vaya a apoyar todas y cada una de las costumbres e instituciones de una nación. Luchando contra la violencia ejercida sobre las naciones, sólo defenderá el derecho de la nación a determinar por sí misma sus destinos, emprendiendo al mismo tiempo campañas de agitación contra las costumbres y las instituciones nocivas de esta nación, para dar a las capas trabajadoras de dicha nación la posibilidad de liberarse de ellas.

El derecho de autodeterminación significa que la nación puede organizarse conforme a sus deseos. Tiene derecho a organizar su vida según los principios de la autonomía. Tiene derecho a entrar en relaciones federativas con otras naciones. Tiene derecho a separarse por completo. La nación es soberana, y todas las naciones son iguales en derechos.

Eso, naturalmente, no quiere decir que la socialdemocracia vaya a defender todas las reivindicaciones de una nación, sean cuales fueren. La nación tiene derecho incluso a volver al viejo orden de cosas, pero esto no significa que la socialdemocracia haya de suscribir este acuerdo de tal o cual institución de una nación dada. El deber de la socialdemocracia, que defiende los intereses del proletariado, y los derechos de la nación, integrada por diversas clases, son dos cosas distintas.

Luchando por el derecho de autodeterminación de las naciones, la socialdemocracia se propone como objetivo poner fin a la política de opresión de las naciones, hacer imposible esta política y, con ello, minar las bases de la lucha entre las naciones, atenuarla, reducirla al mínimo.

En esto se distingue esencialmente la política del proletariado consciente de la política de la burguesía, que se esfuerza por ahondar y fomentar la lucha nacional, por prolongar y agudizar el movimiento nacional.

Por eso, precisamente, el proletariado consciente no puede colocarse bajo la bandera “nacional” de la burguesía.

Por eso, precisamente, la política llamada “evolutivo-nacional”, propuesta por Bauer, no puede ser la política del proletariado. El intento de Bauer de identificar su política “evolutivo-nacional” con la política “de la clase obrera moderna” es un intento de adaptar la lucha de clase de los obreros a la lucha de las naciones.

Los destinos del movimiento nacional, que es en sustancia un movimiento burgués, están naturalmente vinculados a los destinos de la burguesía. La caída definitiva del movimiento nacional sólo es posible con la caída de la burguesía. Sólo cuando reine el socialismo se podrá instaurar la paz completa. Lo que sí se puede, incluso dentro del marco del capitalismo, es reducir al mínimo la lucha nacional, minarla en su raíz, hacerla lo más inofensiva posible para el proletariado. Así lo atestiguan aunque sólo sean los ejemplos de Suiza y Norteamérica. Para ello es necesario democratizar el país y dar a las naciones la posibilidad de desarrollarse libremente.



Recuerda lo que otros jamás podrán olvidar…


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