Fidel Castro habla del por que la lucha armada
Fidel Castro habla del por que la lucha armada
HONRAR A LIBIA
Por Mónica Saiz, Correo del Orinoco
Sueño. Una carta escrita y reescrita.
Cómo escribir una carta que pudiera frenar la guerra, como obtener los códigos que pudieran detener y desintegrar misiles en el aire. Antes, mucho antes, se habían pronunciado las palabras destructivas, se habían firmado los papeles secretos, se había trazado el plan y dispuesto los acuerdos que condujeron los bombardeos hacia Libia.
Realidad. No existían las palabras que buscaba. Todo el cuerpo le dolía y se sentía afiebrada. Olía la sangre y el polvo de los escombros como si estuviera en la Medina, donde acababa de estallar una bomba de la OTAN, sentía los gritos, las lágrimas secas, mezcladas con el sudor y la rabia. Veía como caía esa ciudad ante sus ojos, como si fuera su ciudad natal. Cómo se destruía ese mundo. No podía hacer nada. Le dolían las manos de impotencia. Imaginaba a las madres implorando al cielo por sus hijos, y del cielo cayendo los misiles asesinos.
Un recuerdo la alivió un momento, como un paño frío que le calmara la fiebre. Fue igual el 11 de abril, su corazón estrujado igual, su garganta igual de cerrada, sus manos igual de adoloridas. Ella estaba igual de lejos, aquel día. Después vino el 13, después el baño de luz, el bálsamo de todas las heridas, el pueblo triunfante en Miraflores.
Esta vez no, esto es una pesadilla. El alivio desapareció rápidamente. Revisó de nuevo las noticias, una y otra vez, como un ejercicio mecánico. Angustia. Buscaba leer entre líneas algún signo de esperanza. Pero el plan de guerra incluía las noticias. El equipo de Telesur asediado en un hotel, el teatro de la mentira estaba montado. No habría noticias disonantes. Algunas voces valientes se levantaban en el mundo. Pero sonaban más alto los misiles de la OTAN.
Sentía el corazón desgarrado, veía caer a Libia. Aquel país soberano que un día recorrió, aquel pequeño gran país estaba siendo arrasado.
Ella volvió a su trabajo y a su vida cotidiana, sus convicciones se hicieron más firmes, su resolución más indoblegable, había sumado un compromiso más a su acción revolucionaria, ahora también debía honrar a Libia.
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