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Thursday, May 17, 2012

El lado más amargo de los bombardeos en Libia... ¿Primavera Arabe e invierno económico?



El lado más amargo de los bombardeos en Libia

La organización de defensa de los derechos humanos Human Rights Watch decidió sumarse a los acalorados debates sobre el número real de víctimas civiles causadas por la operación de la OTAN en Libia.

El 14 de mayo, el organismo publicó su informe ‘Víctimas no reconocidas’, cuyos datos se fueron recopilando a lo largo de un año. Los resultados, sin lugar a dudas, decepcionarán a algunos expertos rusos, sobre todo a aquellos que hablan de miles de civiles libios fallecidos en los ataques aéreos. La cifra es considerablemente más baja, 72 personas.

Verdad es que la cifra en cuestión aparece en el informe junto con las palabras “como mínimo”, podría haber víctimas no contabilizadas. Pero es muy poco probable que la siniestra lista crezca mucho. A la pertinente solicitud de información presentada por Human Rights Watch representantes de la OTAN respondieron que habían hecho lo que estaba a su alcance “para minimizar el número de víctimas entre la población civil”. Este objetivo se suele lograr en gran medida en las guerras actuales, dado que se usan tecnologías altamente precisas.

Sin embargo, hubo víctimas y el dolor de quienes perdieron a sus familiares es inmenso.

Reconociendo datos poco agradables en la Cumbre de la OTAN

En el informe se indica que la Alianza del Tratado Atlántico Norte todavía no está dispuesta a reconocer su culpa por haber causado estas víctimas. Los defensores de los derechos humanos llaman a la OTAN a retractarse de esta postura y anunciar el inicio de la investigación pormenorizada de cada uno de los casos”. El momento para las declaraciones públicas no puede ser más idóneo: los días 20 y 21 de mayo se celebrará en Chicago la Cumbre de la OTAN.

Acabada la investigación, opinan los expertos de la organización, los heridos y los familiares de los muertos han de ser indemnizados y algunos de los pilotos, castigados. Otro objetivo es conseguir que, en la medida de lo posible, esta situación no se vuelva a repetir. En otras palabras, será difícil evitar que estallen guerras, pero habría que intentar reducir al mínimo el número de víctimas entre la población civil.

La vida humana no tiene precio y las líneas del informe sobre las circunstancias de la muerte de las 72 víctimas, 20 de ellas niños, contadas por los testigos y los familiares, perturban a quien las lee. Solo puede haber una conclusión: la guerra es la más grave de las catástrofes.

¿Por qué le dieron precisamente a nuestra casa?

A la aldea de Majer, situada a unos 160 kilómetros al este de Trípoli, la desgracia llegó en pleno mes Ramadán, cerca de las 23.00 horas del 8 de agosto de 2011. Los aviones de la OTAN, en contra de las declaraciones de la comandancia sobre el abatimiento de objetivos exclusivamente militares, bombardearon cuatro casas del pueblo que no tenía ninguna instalación de uso militar.

“Uno de nuestros colaboradores acudió al lugar de la tragedia al día siguiente, el 9 de agosto y asistió al funeral. En aquellos momentos nos encontrábamos en Libia, las autoridades de entonces nos facilitaban el acceso a algunos lugares bombardeados por la aviación de la OTAN”, señaló la vicedirectora de Human Rights Watch, Caroll Bogert.

Los supervivientes al ataque contaron que en aquellas fechas, además de los habitantes, permanecían en la aldea refugiados de otras partes del país. Habían viajado para reunirse con sus familiares en un lugar seguro, libre de las fuerzas de Gaddafi. Pero no puede haber lugares seguros en un país sumergido en una guerra. Uno de los habitantes de la aldea perdió aquella tarde a su mujer, sus tres hijos, su hermana y sus sobrinos mellizos.

Otro de los habitantes, Muammar Jarrud, perdió a todas las mujeres de su familia, a su esposa Hanna, de 30 años, su madre Salma, de 53, su hermana Fatima, de 29 y su hija Salma, de 8. Al primer ataque le siguió uno más, fue herido en la pierna. El segundo ataque se llevó la vida de 18 hombres que estaban intentando retirar los escombros, dejando heridos a otros 15. Hablando con los colaboradores de HRW Muammar no dejaba de repetir: “¿Por qué precisamente nuestra casa ¿Por qué?”

Los autores del informe se hacen otra pregunta ¿por qué razón los pilotos que seguramente estaban al tanto de una gran aglomeración de gente, captada por el equipo que detecta radiación infrarroja, volvieron a efectuar un ataque? De momento no hay respuesta a esta incógnita.

Aquel 8 de agosto, en la aldea de Majer fallecieron 34 personas, todas civiles. Es el mayor número de víctimas de ataques aéreos de la OTAN registrado en el mismo lugar por los defensores de los derechos humanos. Recordemos que la operación militar en Libia duró desde el 19 de marzo hasta el 31 de octubre de 2011.

Una indemnización de 10.000 euros por cada víctima mortal

En su momento el portavoz del Gobierno de Gadafi, Muossa Ibrahim Gadafi, anunció que el número de víctimas en la aldea de Majer ascendía a 85 personas. Sin embargo, después de haber visitado esta población en varias ocasiones, los expertos de Human Rights Watch no encontraron pruebas de dicha cifra. Se señala en el informe que el Gobierno de Gaddafi anunció más de 1.000 muertes entre civiles, mientras que HRW se inclina a que son unos datos exagerados.

Hubo varios ataques de la OTAN contra casas en las que residían militares o funcionarios de alto rango o sus familiares. Estos blancos tampoco pueden considerarse militares. Sin embargo, el 25 de septiembre de 2011 la Alianza asestó un golpe contra un edificio en Sitra en la costa Norte del país, propiedad del hermano del general Musbah Diyar. Murieron 3 mujeres y 4 niños, todas las víctimas eran familiares del militar.

Tres meses antes había sido bombardeada la casa de otro general, esta vez ya retirado. En su chalet a 70 kilómetros de la capital libia perecieron 13 personas, incluidos cinco niños de edades entre 8 meses y 8 años. El propio general quedó ileso. Su familia presentó una demanda judicial contra la OTAN, exigiendo una indemnización de 10.000 euros por cada víctima. El proceso empezó en octubre del año pasado, la próxima audiencia está fijada para el 17 de septiembre de 2012.
           
Los diplomáticos rusos se muestran incrédulos

Merece la pena señalar al respecto que el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia en más de una ocasión ha exigido que se lleve a cabo una investigación de los casos de muertes de civiles en Libia. Los diplomáticos rusos se mostraron insatisfechos por los resultados del informe hecho público en pasado marzo por una Comisión de la ONU formada a esos efectos.

Los miembros de la comisión, de reconocido prestigio en el campo de la jurisprudencia, revelaron durante un mes de investigación hechos que evidenciaban la muerte de 60 civiles libios en ataques aéreos de las fuerzas de la OTAN. El documento final habló, además, de 55 heridos.

El comisionado del Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia para los Derechos Humanos, la Democracia y la Supremacía del derecho, Konstantin Dolgov, aconsejó en aquella ocasión que la Comisión “se mostrara más insistente a la hora de solicitar datos a la OTAN y a las nuevas autoridades libias”.

Recientemente, Human Rights Watch publicó su informe. Los resultados de la investigación parecen coincidir con los de la OTAN: menos de 100 muertos en más de 8 meses de campaña bélica. ¿Será mucho o poco? En cualquier caso, esos datos evidencian que en Libia no reina en la actualidad paz ni tranquilidad.

Y es tan solo una de las sangrientas facetas de una guerra. 

Elena Supónina, para RIA Novosti

 (Elena Supónina es analista en temas políticos y experta en orientalismo.)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Evidentemente, las cifras presentadas por la OTAN, la ONU y Human Rights Watch, no hacen otra cosa que ocultar el terrible genocidio ocurrido en Libia. Miles de seguidores de Gadafi, así como poblaciones enteras fueron indiscrimanadamente bombardeadas por la aviación de la fuerza bélica aliada. Tampoco se cuentan los cientos de gadafistas capturados, torturados y asesinados diariamente en los últimos meses en las prisiones Libias.

Fue, en realidad, una venganza encarnizada promovida por Occidente, que se quiere ocultar al mundo entero.

Fuente: http://percy-francisco.blogspot.com.es/2012/05/el-lado-mas-amargo-de-los-bombardeos-en.html?spref=tw

TODO EL MUNDO DEBE VER ESTO: EL GENOCIDIO EN LIBIA
SOLO POR ROBAR SU PETROLEO



LOS ASESINATOS DE LA OTAN
IGNORADOS POR LA ONU ¿PORQUE LA IMPUNIDAD?

Primavera árabe, ¿invierno económico?



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Con diversas banderas pintadas en las manos, mujeres demandan el enjuiciamiento del ex presidente de Yemen Alí Abdalá Saleh, la semana pasada en Sanaa, la capital del país árabeFoto Ap

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Periódico La Jornada
Martes 15 de mayo de 2012, p. 24
Crecientes disturbios en las calles y un empeoramiento de la contienda interna política amenazan con condenar a los estados árabes surgidos de la revolución a una magra cosecha económica. Si bien el débil clima mundial tampoco ha ayudado, los nuevos gobiernos, carentes de legitimidad y experiencia, han ofrecido políticas miopes e ineficaces. Los negocios operan en un limbo legal, los estímulos fiscales apresurados no han sido la panacea para el desempleo estructural y la desigualdad de ingresos, y el apoyo de donadores extranjeros ha tardado en materializarse o ha sido insuficiente. Así pues, ¿hacia dónde se dirigen Egipto, Túnez, Yemen y Libia, los cuatro países de la región que lograron derrocar a sus líderes por diversos métodos?
Egipto: dinero sangrante
Se puede decir que el cambio más dramático de fortuna ha sido evidente en Egipto. No hace mucho, EIU colocaba a ese país entre los llamados CIVETS (junto con Colombia, Indonesia, Vietnam, Turquía y Sudáfrica): una segunda fila de estados prometedores, después de los BRIC. No fuimos los únicos observadores en reconocer la promesa de Egipto: entre 2006 y 2010 la inversión extranjera directa en el país promedió unos 10 mil mdd al año; marcas tan destacadas (y diversas) como GlaxoSmithKline y Oracle apostaban al brillante futuro del Estado árabe más populoso.
Sin embargo, de 2011 a la fecha la situación de Egipto ha empeorado en forma dramática. Las cifras más recientes del banco central ilustran la magnitud del deterioro económico: en 2011 la balanza de pagos pasó de un pequeño superávit a un enorme déficit de 18 mil 300 mdd. El turismo internacional fue ahuyentado por las noticias de violencia y la economía se ha paralizado. El crecimiento real del PIB alcanzó un raquítico 0.3% anual en el primer semestre del año fiscal egipcio (1º de julio-31 de diciembre). En comparación, el crecimiento fue de 7% en promedio anual en 2006-08, e incluso logró mantenerse en alrededor de 5% en plena recesión global de 2009-10.
Entre tanto, cualquier semblanza de estrategia económica a largo plazo ha cedido el lugar a un frenético manejo de crisis. En los primeros seis meses de 2011/12 los gastos en subsidios se elevaron 42% y los salarios y prestaciones del sector público aumentaron 27%, con lo cual las de por sí frágiles finanzas del país cayeron aún más en números rojos. En consecuencia, las tasas de los bonos del tesoro egipcio se han elevado y, exacerbadas por el deterioro en la balanza de pagos, las reservas en divisas extranjeras se han desplomado (de 35 mil mdd en enero de 2011 a 15 mil mdd en marzo de este año).
En Túnez, que el año pasado tuvo una transición más estable que los otros tres países, el gobierno presentó en marzo un nuevo presupuesto para 2012 que fue 10.7% mayor que la versión expansiva que ya estaba en vigor. Entre otras cosas, proponía congelar el precio de alimentos selectos subsidiados, elevar la inversión en las regiones pobres del interior, construir 30 mil unidades de vivienda y crear 100 mil empleos (ambas cosas improbables). La proyección de ingresos este año ha crecido casi 22%, con base en muy dudosas presunciones de ganancias sobre una mayor recaudación fiscal, ventas de activos confiscados y privatizaciones.
En Yemen, el presupuesto para 2012 parece no tener casi ningún fundamento real. Aprobado en abril, el primer presupuesto del nuevo gobierno de coalición, luego de la partida del presidente Alí Abdalá Saleh (gobernante desde finales de la década de 1970), prevé un incremento de 45.6% en el gasto, que supuestamente se cubriría en parte con un salto en la producción petrolera de los 140 mil barriles diarios actuales a 300 mil. El gobierno también prevé un repunte en el ingreso no petrolero sobre una previsión de crecimiento real del PIB de 6.7% (la nuestra es de menos de 5%).
Dolores de transición
En Libia, un gasto presupuestal sin precedente se dirige sobre todo a proyectos de desarrollo y reconstrucción, prioridad incuestionable luego de la guerra civil del año pasado. Además, la producción petrolera se recupera con rapidez y los enormes activos extranjeros (estimados en 60 mil mdd) deben proporcionar el medio para cumplir esos compromisos de gasto. Sin embargo, el país ilustra otro de los problemas que afligen a los gobiernos de transición. Existe un gran trecho entre aprobar un presupuesto y ejercerlo en realidad. En Libia la brecha es especialmente ancha, pues el país está obstruido por una desordenada burocracia (herencia del gobierno de más de 40 años del coronel Kadafi), regiones indómitas llenas de milicias armadas, y un liderazgo transicional tan desorganizado que está considerando dar un voto de desconfianza al gobierno designado por él mismo.
La incertidumbre política y el caos burocrático causan problemas en otros lados. Yemen sigue en desorden, y el poder del gobierno está severamente limitado. En Egipto, se supone que el Supremo Consejo de las Fuerzas Armadas entregará responsabilidades el 30 de junio a una coalición encabezada por los Hermanos Musulmanes una vez que se realice la elección presidencial, a finales de mayo. Sin embargo, aún no se definen las facultades del presidente, y el constante jaloneo en el proceso de formar un comité constitucional hace prever que no habrá tiempo para completarlo antes de que el nuevo presidente asuma el poder. Con la futura división de poderes en el aire, es comprensible que el FMI titubee en proporcionar un préstamo vital de 3 mil 200 mdd al país, en especial cuando los dos mayores partidos en el parlamento se oponen a él.
A la luz de los riesgos y sacrificios que pasaron los pueblos para deponer a los dictadores, no es sorprendente la palpable decepción ante la falta de progreso en combatir la desigualdad social y mejorar los niveles de vida. De hecho, en los casos de Egipto, Túnez y Yemen calculamos que el PIB per cápita será menor al final de este año que antes de las revoluciones.
¿Un poco de ayuda?
De lo antes dicho resulta claro que Yemen, Túnez, Egipto y en menor extensión Libia necesitan más apoyo directo de donadores para pasar el periodo de transición. Hasta ahora, las cantidades ofrecidas han sido variables. Por un lado, Túnez ha salido relativamente bien, al recabar unos mil 400 mdd en ayuda extranjera y condonación de deuda en 2012. En contraste, las reservas extranjeras de Yemen han caído casi 50% desde su punto más alto, en 2008. Aparte de un préstamo de emergencia del FMI por 93 mdd, los donantes han sido lentos para ayudar (el gobierno espera que esto cambie con una conferencia internacional de donadores, a finales de mayo). La situación de Egipto es tal vez peor, pues sus reservas extranjeras han caído más de la mitad desde la revolución, su divisa está bajo presión y la confianza en su solvencia fiscal se debilita.
En todo caso, el dinero de donadores no será suficiente si los gobiernos siguen dilapidando. La primavera árabe ha disparado una reacción regional contra la liberalización económica, pero todos los estados donde ha habido revoluciones están mal equipados para dar a sus poblaciones el respiro económico que desean o –excepto Libia– no pueden permitirse ese lujo. En realidad, el dividendo económico tardará en materializarse.
El clima de inversión sigue siendo difícil. La revuelta política ha tenido un impacto significativo en las empresas, las ganancias del turismo y los empleos, lo que ha elevado las percepciones de riesgo de los inversionistas extranjeros. En conjunto, las empresas parecen haber adoptado la postura de esperar a ver qué sucede, lo cual se confirma con evidencias del mercado privado de seguros contra riesgos potenciales, el cual tiene muchas dificultades para vender cobertura en regímenes autoritarios al parecer estables. Dicho esto, los inversionistas deben regresar con rapidez una vez que mejore la estabilidad, dadas las grandes oportunidades de estos mercados, en particular en Egipto.
Fuente: EIU
Traducción de texto: Jorge Anaya
fuente: http://www.jornada.unam.mx/2012/05/15/economia/024n1eco
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